martes, 1 de marzo de 2016

Santuario del Cisne



 SANTUARIO DEL CISNE

A 70 kilómetros de Loja, en medio de una humilde pueblo de campesinos, se levanta un enorme templo gótico, muy concurrido durante todo el año, por peregrinos del Austro Ecuatoriano y del Norte Peruano. El templo es imponente en sí y mayor grandiosidad le da su ubicación en la cumbre de una escarpada montaña. En su interior se venera una imagen de la Virgen María tallada en cedro, a fines del siglo XVI por Don Diego de Robles, el autor de la Virgen del Quinche y la de Guápulo.

Fueron los campesinos los que decidieron viajar a Quito en busca de una imagen de Guadalulpe- la Virgen Morena, patrona de la América Indo-hispánica- y en 1594 le erigieron una ermita. La Virgen del Cisne, desde esa época, es la “reina” de los campesinos y su devoción se ha extendido por todos los ámbitos.

El 30 de mayo y el 15 de Agosto celebran sus principales festividades en la parroquia de El Cisne. Inmediatamente después de la festividad de agosto, se realiza un acto religioso muy  impresionante, y quizá único en su género: miles de peregrinos llevan en hombros la portentosa imagen hasta la ciudad de Loja. La procesión es impresionante, son kilómetros de gente que camina cumpliendo las tradicionales “promesas”; todos pugnan por la suerte de cargar la imagen un momento durante el trayecto.

Por fin, la tarde del 20 de agosto ingresa la Virgen del Cisne, en la ciudad de Loja, para presidir la gran festividad religiosa, comercial y agrícola que desde 1824 se efectúa el 8 de septiembre, según lo decretó el Libertador Simón Bolívar en su visita a Loja en Octubre de 1822 y que fue ratificado después mediante un Decreto Supremo de Julio de 1829, dándole al evento la calidad de Feria, con exención total de tributos.

El 1 de noviembre retorna nuevamente en hombros de sus devotos hacia su Santuario; y es que la Virgen es campesina. Viene a la ciudad, con motivo de la fiesta; pero retorna junto a ellos a su Santuario levantado en ese pueblecito humilde y acogedor, cuya restauración en su estilo tradicional se concreto  para darle mayor atractivo turístico.

“El Cisne, montaña sagrada, escogida por Dios y entregada a María, para que sea, en el tiempo, símbolo de gracia y perdón”. Pueblo asentado en las agrestes estribaciones del Fierrohurco en la cordillera Occidental de Los Andes y a una altitud de 2.440 metros sobre el nivel del mar; con su caprichosa orografía presenta una paisaje irregular, suntuoso y propicio para la meditación y el libre vuelo de la imaginación que atraviesa las fronteras de lo humanamente apreciable por nuestros sentidos.

El Cisne viene a constituirse geográficamente en el corazón del Austro Ecuatoriano; siendo posible llegar hasta él, ascendiendo paulatinamente desde la vecina parroquia de San Pedro de la Bendita por una amplia carretera que tiene un recorrido de 22 kilómetros.

Esta distancia ordinariamente es cubierta por los diferentes medios de transporte terrestre; sin embargo, en innumerables ocasiones, los miles de peregrinos prefieren avanzar a pie, y algunas veces completamente descalzos. A esto se suman contadas ocasiones en que, desde pequeñísimas distancias, los fieles ingresan al Santuario de rodillas, guiados por la emoción de encontrase frente a frente con la Madre de Dios en una advocación que por siglos ha tocado profundamente las fibras de la religiosidad del pueblo.

El Cisne actualmente mantiene conexión, con importantes sectores de la Costa, Sierra y Oriente Ecuatorianos. Cabe resaltar el hecho de que dada su condición de único Santuario en la zona austral, goza de un singular y significativo prestigio religioso, motivo por el cual es considerado como la más alta expresión de la fe en Cristo y del amor a la Madre de Dios. Consecuentemente, se ha convertido en un de los lugares más visitados en el sur de la Patria.

En cuanto a sus habitantes, se ha llegado a determinar que éstos, en su gran mayoría, constituyen grupos familiares descendientes de los Paltas y son todos ellos firmes y permanentes guardianes de su sagrada imagen, a la que honran y veneran. Como único medio de subsistencia en su estilo característico de vida, practican la rudimentaria y escasa agricultura y ganadería; y decimos escasa porque periódicamente la zona es afectada por terribles sequías que muchas veces han obligado al éxodo habitacional.

El Cisneño tiene vocación por el arte musical y desde luego sus aptitudes son envidiables, de tal manera que si tomamos en cuenta el escaso número de habitantes, es verdaderamente motivo de sorpresa y admiración el hecho de que en la actualidad se puedan contar con tres bandas de músicos perfectamente bien organizadas, y dos coros de alta calidad artística.

El Museo de Arte religioso ubicado en un amplio subterráneo de la Basílica guarda los tesoros artísticos que son testimonios del amor y veneración del pueblo de Loja y Provincias vecinas a Nuestra Señora de El Cisne.



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